Hola a todos.
Hace mucho que no me paso por aquí, y hoy vengo con un tema que me interesa mucho. Ya en algún otro artículo he manifestado mi opinión sobre el mercado del arte.
No es que no me guste el arte contemporáneo, no me gusta cómo funciona este mercado.
https://restauramosarte.com/que-es-arte/ Enlazando con el artículo en el que hablo de “qué es arte” para mí, aquí me voy a meter a explicar más a fondo porqué no me gusta su mercado.
He estado investigando mucho sobre el tema, y os cuento cosas muy interesantes, no os vayáis.
Lo primero que hay que saber del mercado del arte es que es muy pequeño y consolidado. Aunque resuena mucho en cine, publicaciones, etc., está compuesto por un grupo mínimo de galerías y casas de subastas que abastecen a una lista exclusiva de clientela ultrarica.
Para entender dónde se da la mala praxis, debemos entender primero cómo se da la práctica: cómo funcionan las ventas de arte. Os lo voy a ir explicando con un ejemplo.
En los años 60 Roy Lichtenstein era un profesor de arte aficionado a pintar, que tuvo la suerte de que Leo Castelli (que había trabajado con obras estilo pop art) pensase que sus obras se podían vender bien. Así que Castelli presentó una exposición en solitario de Lichtenstein haciendo una apuesta muy fuerte de promoción. Consiguieron vender todas sus obras antes del día de apertura, lo que lo lanzó al estrellato en 24 horas.
Se puede decir que Castelli creó a Lichtenstein.
Pues bien, en 1994, Lichtenstein decide montar la última exposición de su carrera, y para ello recurre a Castelli. Expone una serie de retratos desnudos (un tema nuevo para Lichtenstein, aunque estuviera presentado en su estilo arquetípico). Entre estos estaba la obra “Desnudo con pintura alegre” (“Nude with Joyous Painting“).
Ahora, quedaos con esta obra en la cabeza y paso a explicar el funcionamiento de las subastas, para luego seguir con la misma historia.
Christie´s, y su primer competidor, Sotheby´s, son los grandes agitadores del mercado del arte. De las 10 ventas más caras de 2020, 8 ocurrieron en Christie´s o Sotheby´s. Con estas ventas millonarias, las casas de subastas ganan muchísimo dinero (porque se llevan una comisión de la venta), son los primeros interesados en hacer el negocio.
Pues bien, esta obra de Lichtenstein se vendió en su día por la galería Castelli, y tras pasar por varios dueños fue subastada por Christie´s en 2020. Dada la pandemia, la casa de subastas organizó el macro evento con un nuevo formato: en lugar de realizarla en un sitio concreto, las casas de subastas de Hong Kong, Paris, Londres y Nueva York hicieron equipo para ofrecer una subasta simultánea, global y transmitida en directo.
En esta subasta, no sólo estaba la pieza de Lichtenstein, sino que la gran mayoría de obras subastadas eran dentro de este rango de arte muy caro. Esto lo hacen así las casas de subastas, para convertir estos acontecimientos, en eventos “que no te puedes perder” dentro del mundo del arte.
Su trabajo es esencialmente el marketing, ellos se encargan, durante los meses previos, de crear entusiasmo y expectativa por un determinado evento y por una determinada pieza.
En la noche de la subasta, el Lichtenstein se vendió por 40,5 millones de dólares.
Hasta aquí, podemos no ver mala praxis en todo este proceso. Sigamos.
El problema empieza a surgir como consecuencia de una verdad muy simple: el arte no tiene valor intrínseco.
Esto se explica muy bien con este otro ejemplo que pongo a continuación:
Una obra sin firma se vende en 1958, como una copia de un trabajo perdido de Leonardo Da Vinci, por 45 libras a un matrimonio. Después de pasar por un par de dueños, fue vendida en una casa de subastas en Nueva Orleans, por unos 10.000 dólares a una pareja de comerciantes de arte que tenían el presentimiento de que podía ser algo más.
Llevaron la pintura a restaurar a Nueva York, y la restauradora, como parte del proceso de restauración, sacó fotos con rayos infrarrojos (lo que desvela el dibujo preliminar de la obra, los primeros trazos que hace el artista antes de pintarla) para poder ver a través de las capas de pintura. Esto desveló la primera capa, la que incluía los primeros trazos del artista. Estas primeras líneas, casaban en general con el producto final de la pintura, excepto por el pulgar de la mano derecha.
Éste está dibujado en una posición muy distinta de la que finalmente se ve en todas las copias conocidas de esta pintura perdida de Da Vinci. Esto refleja que el artista cambió de opinión, lo que no tiene sentido si estás haciendo una copia de un cuadro. Estas pocas líneas escondidas sirvieron de pieza clave para evidenciar que ésta podría ser el original “Salvador Mundi”, pintado por Leonardo Da Vinci.
Los dos mercaderes de arte se pasaron los siguientes cinco años viajando por el mundo, visitando expertos y tasadores que apoyaran su teoría. En 2011 llegó la validación definitiva: La National Gallery de Londrés exhibió el Salvador Mundi, y el nombre de la etiqueta rezaba Leonardo Da Vinci. El valor se disparó. Vendieron la obra por 80 millones de dólares. El comprador inmediatamente la vendió a un coleccionista ruso por 127 millones, que llevó la pieza a subastar. Una de las 24 pinturas atribuidas a Da Vinci, y una de las sólo dos que no están en museos… pues eso, los de Christie´s se frotaron las manos. Finalmente se vendió por 450 millones de dólares a un príncipe Saudí.
Antes del reconocimiento de que esta obra era efectivamente de Da vinci, su valor era de unos miles de dólares…
Esto explica que el arte no tiene valor intrínseco, el valor está en quién lo pintó, quién fue su dueño y quién lo quiere.
En resumen, el mercado del arte es increíblemente pequeño, concentrado, y los precios son casi totalmente subjetivos.
Ahora veamos cómo, los pocos participantes de este juego, pueden decidir el precio de lo que se vende.
Pasemos a otro ejemplo:
Entre 2005 y 2013, una cuarta parte de todos los trabajos de Andy Warhol puestos a subasta fueron comprados por un solo hombre: Jose Mugrabi.
Tiene unos 800 trabajos de Warhol en total. Mugrabi está muy, muy interesado en asegurarse que el mercado de Warhol se mantiene alto. Siempre que hay una obra de Warhol a la venta en alguna subasta, él está ahí.
Al final, las subastas actúan como el único indicador públicamente disponible de los precios del arte. Si en una subasta se vende caro, es que es caro. Cuando una obra se vende entre dos particulares, sin subasta de por medio, el precio no se hace público.
Por esto Mugrabi va a las subastas y puja copiosmente; de esta manera sube sus precios. Tanto si sube el precio a otro comprador, como si termina comprando él sobrepagando, es bueno para él, porque todas las obras que ya tiene valdrán más.
Y esta manera de manipulación del mercado es enteramente legal. Los coleccionistas buscarán un nicho, se especializarán en él y lo dominarán.
Además de la manipulación del precio, se pueden dar otras estafas.
Por ejemplo, los individuos ricos pueden obtener un beneficio en donar arte. En USA, cuando uno dona arte a un museo, se obtiene una cancelación de impuestos. Es decir, si uno dona un cuadro valorado en 10 millones de dólares, no tiene que pagar impuestos por un ingreso que haga de 10 millones de dólares, lo que, en teoría, le ahorrará unos 4 millones de dólares. De este modo, alguien rico puede comprar una obra por 4 millones de dólares. Esperar unos años a que se revalúe, sobreestimar o exagerar su valor (apoyándose en el hecho de que la IRS -servicio de impuestos Internos- va a auditar un muy pequeño porcentaje de piezas), donarlo por 10 millones, y ya está.
A esto hay que añadir que la presencia de un cuadro de un artista en un museo, sube la cotización de todas las obras del mismo artista. Así, si la persona que la donó tiene más obras de ese artista, verá como suben su valor.
También es un mercado que facilita acciones como el blanqueo de capitales y la falsificación. En fin, si desarrollo a fondo este tema me puede quedar un artículo larguísimo, y no es mi intención. Pero como veis, es un tema con unos entresijos que dan para mucho fraude.
Es un mercado sin ley, excepto por la simple regla de que uno debe ser capaz de gastar millones para entrar en él.
¿Quién sale perdiendo?
¿Por qué me molesta el mercado del arte?
Los primeros que pierden son los artistas. La gente rica usa el arte como tarjeta de cambio con la que enriquecerse más, codiciando unos pocos nombres por razones arbitrarias, que nada tienen que ver con el arte. No les tiene que gustar lo que compran, el arte para ellos tiene una utilidad económica. Esto excluye a esos artistas que no cuadran con la visión de las galerías de lo que puede ser un “artista comerciable”.
El arte ya no es un ejercicio de habilidad, es un ejercicio de marca. No busca (el arte que se vende a estos niveles) emocionar, inspirar, sino simplemente, generar dinero.
Quien también pierde somos nosotros, cualquiera que no es capaz de acceder a este exclusivísimo mercado.
Podemos entrar en un mercado de acciones, donde la evasión de impuestos, el blanqueo de capitales o el ajuste de precios está muy regulado, pero no en este mercado.
En fin, y hasta aquí mis quejas por hoy, porque ya me estoy extendiendo mucho.
¿Os ha parecido interesante? Me encantaría leer vuestros comentarios y cualquier información que podáis aportar.
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¡Hasta pronto!